Como respuesta a la creciente demanda mundial de arándanos y con el objetivo de mejorar su producción y calidad, un equipo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Concordia, en Entre Ríos, investiga el uso de biorreguladores en la maduración y firmeza de esta fruta.
Argentina cuenta con más de 30 años de experiencia en el cultivo de arándanos, con una superficie de producción que supera las 2.100 hectáreas. Aunque Entre Ríos es un polo estratégico por su cosecha temprana para seguir en los mercados internacionales, la industria necesita innovaciones tecnológicas.
Para obtener frutas con mejor sabor, tamaño y valor nutricional, los agricultores aplican biorreguladores en bajas concentraciones. Estos compuestos imitan o modifican las hormonas vegetales que controlan el crecimiento de las plantas.
El estudio se centra en los efectos del etileno, citoquininas y auxinas, tanto los producidos naturalmente por la planta como los aplicados de forma externa. Ensayos con las variedades Snowchaser y Emerald han mostrado que estos compuestos modifican los niveles de azúcares, ácidos orgánicos y aminoácidos, lo que impacta en el sabor y calidad del fruto.
La investigación busca proporcionar información clave para que los productores implementen estrategias de manejo diferenciadas por variedad, optimizando la cosecha y el almacenamiento.
La investigación permitirá a los productores aplicar estrategias de manejo diferencial para cada variedad como las condiciones de exportación y almacenamiento de la fruta.