Parece una inofensiva flor morada que adorna los campos africanos, pero Striga hermonthica, también conocida como maleza de la bruja púrpura, provoca pérdidas anuales que superan los 9.000 millones de dólares en África. Esta hierba hemiparásita, es decir, parásita bajo condiciones naturales y fotosintética en ausencia del huésped, infecta gramíneas y leguminosas del África subsahariana como arroz, maíz, mijo, caña de azúcar y el frijol caupí.
Sus efectos se asemejan a los de la sequía o la falta de nutrientes, por lo que son difíciles de diagnosticar. Su control es complejo, lo que explica las más de 50 millones de hectáreas de tierras de cultivo infestadas. El uso de herbicidas sintéticos enfrenta desafíos como la resistencia, demandas judiciales y rechazo de los consumidores, por lo que no representan una alternativa eficaz ni sostenible para su control. Este escenario creó una oportunidad para los bioherbicidas por ser específicos, no tóxicos, asequibles y con una vida útil suficiente para distribuirlos.
“The Toothpick Project”, un programa que busca controlar esta maleza que puede matar entre el 20% y 100% de los cultivos que ataca, inició un programa piloto en el oeste de Kenia en 2018, llegando a aproximadamente 340.000 hectáreas afectadas por la maleza, donde causaba pérdidas anuales de US$ 53 millones en cultivos.
DESARROLLO DE UN BIOHERBICIDA ESPECÍFICO
Desde entonces, desarrollaron el bioherbicida Kichawi Kill, a base de cepas de Fusarium oxysporum f.sp. strigae. Las cepas se seleccionaron por su sobreproducción y excreción de aminoácidos específicos, lo que garantiza su eficacia contra la maleza sin la necesidad de aplicar agroquímicos que podrían dañar el medio ambiente o a otros cultivos.
El bioherbicida está diseñado como una solución sustentable y un punto de inflexión para mejorar el rendimiento de los cultivos. Al protegerlos de la invasión de Striga hermonthica, el proyecto busca contribuir a la seguridad alimentaria de África mediante un efecto en cadena; los efectos de bioprotección de Kichawi Kill se traducirán en cosechas más viables, lo que significa más comida.
A pesar de los obstáculos iniciales que enfrentó el bioinsumo, como problemas legislativos y desafíos para adaptar las cepas seleccionadas, finalmente recibió aprobación comercial en Kenia. Ahora, The Toothpick Project apunta a expandir su impacto en otros países para ampliar su rango de aplicación y llegar con la solución a todas las zonas que enfrentan el desafío de convivir con Striga hermonthica en sus cultivos.