El panorama agroindustrial europeo enfrenta una encrucijada: las nuevas regulaciones buscan reducir drásticamente el uso de productos químicos que han sido tradicionales para la agricultura, mientras que el avance de alternativas biológicas para los productores agrícolas no ha ido al mismo ritmo.
Esto ha provocado protestas que han dejado postales de tractores cortando vías en algunas de las ciudades donde se toman decisiones en Europa, así como en las principales capitales del viejo continente.
En este escenario, Niall Mottram, jefe de Agritech en Cambridge Consultants, elaboró e hizo público un detallado reporte sobre cómo los productos biológicos pueden mejorar su competitividad ante esta situación, donde la regulación -que ha sido agresiva-, no ha seguido el ritmo de innovación y desarrollo del mercado de los biológicos y del sector de agricultura de precisión en general.
“Debemos pensar en lo que realmente genera valor para el agricultor. Si le pedimos a un agricultor que sustituya glifosato o dicamba por alternativas de control biológico, entonces tenemos que asegurarnos de que esas alternativas de control biológico sean compatibles y competitivas en costos, pensando además en su usabilidad”, señala Mottram.
CUIDAR LA ECONOMÍA INTERNA DE LOS HUERTOS
Uno de los principales problemas que describe Mottram en términos de competitividad para los biológicos, es que muchos químicos podían mezclarse en una mochila rociadora y aplicarse al mismo tiempo, haciendo más eficiente la pasada de un trabajador del campo, a diferencia de muchos productos biológicos, que nos pueden ser mezclados, y deben ser aplicados en pasadas indidividuales, lo que puede elevar los costos de producción.
“Desde el punto de vista regulatorio, todo el mundo quiere avanzar hacia productos que sean más compatibles con el medio ambiente, pero no se ha pensado en este desafío desde la perspectiva de los agricultores, y por ello debemos asegurarnos de reducir las pasadas por el campo, porque si van varias veces al campo, es 4 o 5 veces más diésel, 4 o 5 veces más tiempo, que son recursos que no tienen”.
Es en esta economía interna de cada huerto es que los biológicos deben encontrar en la tecnología a su mejor aliado, señala Mottram. “Necesitamos idear planes que integren mejor la biología, la ingeniería, y la regulación. Esos son los tres puntos de este triángulo, y tenemos que tener a los tres trabajando juntos para que estos productos (biológicos) tengan éxito”.
Mottram argumenta que en el caso de los productos de control biológico, por su naturaleza, son selectivos, “hacen una o dos cosa muy bien, y por eso tienen beneficios medioambientales”, pero esa ventaja puede también ser una debilidad en vista de la agricultura tradicional y sus rutinas de protección de cultivos.
El problema es que las rutinas en las granjas, durante décadas, se han basado en la aplicación de tratamientos no selectivos, así que toda la economía de los huertos se ha basado en aplicar una sola vez, y no tener que aplicar nuevamente.
SISTEMAS AUTÓNOMOS BASADOS EN AVANCES TECNOLÓGICOS
Es en ese escenario donde Mottram apunta a que la competitividad y eficiencias de los productos biológicos de control será con sistemas autónomos, aprovechando los avances en tecnologías de rociado localizado, inteligencia artificial y otros desarrollos que pueden permitir dar el salto a estos productos.
En ese sentido, destaca como ejemplo lo que está ocurriendo en California, donde la empresa Saga Robotics tiene un robot autónomo que recorre el campo con luces UV y UVC permite realizar un tratamiento contra pulgones, que funciona de noche y cuyo proceso no involucra a ningún ser humano.
Y en ese proceso, relata Mottram, descubrieron que el robot además podía usarse para dispensar ácaros depredadores sobre la fruta, para controlar otras plagas, y de una manera más precisa que un humano.
“Con sistemas autónomos, es posible que puedas tener una aplicación más precisa de tratamientos biológicos, que a la vez se vuelven más rentables porque no hay un ser humano en el circuito, no hay personas con mochilas rociadoras, y no necesitas preocuparte por la cantidad de hectáreas que pueden cubrir en una hora”, explica el investigador de Cambridge Consultants.
¿Por qué? De acuerdo a Mottram, la velocidad deja de ser una métrica, porque si algo es autónomo y funciona las 24 horas, los siete días de la semana, puedes ir más lento y puedes ser más preciso en la aplicación, y eso significa que quizás no necesites usar tanto producto, por lo que además mejora la rentabilidad del producto de control biológico.
Ahora bien, ¿cuándo comenzaremos a ver sistemas autónomos de forma generalizada en una granja? De acuerdo a Mottram, y desde una perspectiva de la agricultura europea, es algo que llegaría recién desde 2030, aunque cree que en cultivos frutales y hortalizas podría ser antes.
AVANZAR UNIENDO INGENIERÍA, BIOLOGÍA Y REGULACIÓN
Actualmente, y de acuerdo a los análisis de la consultora, las principales firmas de maquinaria están trabajando seriamente -e incluso fusionándose o comprando firmas enfocadas en robótica o IA-, para avanzar en sistemas autónomos intraprediales.
John Deere y CNH, por ejemplo, han mostrado públicamente sus intenciones, a través de adquisiciones de Blue River Technologies y Augmenta, respectivamente.
Pero Mottram espera que el avance no sea sólo en maquinaria, sino también, como señalaba anteriormente, de manera sinérgica con este triunvirato entre la ingeniería, la biología y la regulación.
“Espero que esas empresas lleven la autonomía al mercado, pero también que la desarrolladores de biocontrol, como los Syngenta, Bayer y otros actores importantes trabajen juntos, ya que a medida que los sistemas se vuelven más inteligente, con ejemplos como el rociado localizado, significa también adaptar las formulaciones”, detalla.
Por ello añade que si se avanza en sistemas más precisos en la aplicación, y que además pueden ejecutarse por la noche, entonces la economía cambia con respecto a la situación actual.
“Creo que definitivamente es necesario que exista colaboración entre entidades”, comenta, pensando -por ejemplo-, en tratamientos con la aplicación de productos de base celular o de organismos vivos con un rociador existente hoy en día, con alta presión y alto caudal, mataría muchos de esos organismos.
“Ahí es donde debe estar la comprensión del impacto de la ingeniería en la biología y viceversa”, concluye.