La necesidad de una agricultura más productiva, a pesar de la falta de conciencia de muchos agricultores sobre la función preventiva de los productos bioestimulantes continúa dando impulso a esta industria. Así lo destaca Félix Acosta CEO-director general del Grupo ReteNum. Sin embargo, menciona que, aunque el valor del mercado en Latinoamérica y específicamente en México sigue en ascenso, la consolidación de nuevas tecnologías en bioestimulantes se enfrenta no solo a la desconfianza del agricultor sino también a desafíos regulatorios y a la percepción frente a su costo y valor percibido, en comparación con los productos tradicionales.
En línea con esto, Acosta menciona que la costumbre de los agricultores y la sobrecarga de información poco fiable dificultan la adopción de innovaciones a pesar de que el costo-beneficio de estas tecnologías puede ser positivo. Asimismo, advierte que la lentitud regulatoria en México frena la introducción de nuevas tecnologías.
Acosta indicó que los extractos de algas son los más vendidos y utilizados intensivamente, siendo la tecnología más conocida y accesible. También mencionó la emergencia de nuevas tecnologías como los extractos botánicos de semillas, plantas y raíces y metabolitos de microorganismos, que buscan obtener ingredientes activos con dosis mucho más bajas, aunque dice que, estas últimas tienen un costo asociado más alto y requieren mayor trabajo en capacitación del mercado.
Por otro lado, el CEO-director general del Grupo ReteNum se refirió a cuáles son esos cultivos que han ido impulsado el uso de bioestimulantes en México. Mencionó que cultivos básicos como la papa, el maíz y el trigo no consideran estos productos como esenciales debido a su enfoque en productos de primera necesidad, mientras que cultivos como el aguacate, la uva, el banano, los melones, las sandías, los tomates, los chiles, las cebollas y las berries han impulsado su uso. Además, explicó que los bioestimulantes se vuelven más relevantes en la agricultura intensiva por la necesidad de obtener mejores precios y cumplir con regulaciones de residualidad e inocuidad.
“El uso de bioestimulantes o de productos que tengan una baja carga química empiezan a ser mucho más relevantes porque si tenemos mejores cosechas vamos a acceder a un mejor precio. Y, por otro lado, las regulaciones exigen cada vez más productos más inocuos y con menos carga química”, dice Acosta.
“LOS BIOESTIMULANTES NO RESUELVEN UN PROBLEMA PARTICULAR”
Pero ¿cuáles son los principales problemas que buscan resolver los productores con el uso de estas tecnologías? Frente a esto su respuesta es clara: “los bioestimulantes no resuelven un problema particular, sino que dan a la planta la capacidad de defenderse de condiciones adversas al aportarles sustancias que dejan de producir en momentos de estrés, funcionando como un “seguro de vida” para el agricultor frente a las incertidumbres climáticas y el ataque de plagas. Además, resalta que, los productos biorracionales, abordan la problemática de la carga química, permitiendo una producción con menores residuos sin comprometer la protección del cultivo.
“En momentos de sequía o excesos de lluvia, lo primero que hace la planta es detener su motor de generación de compuestos de crecimiento. Cuando aplicamos bioestimulantes, estos le aportan a la planta esas sustancias y compuestos que dejó de producir en un momento de estrés, es decir, la preparan para que ante una situación adversa pueda tener una mayor producción”, explica.
LA PERCEPCIÓN DE LOS AGRICULTORES VARÍA DEPENDIENDO DE SU EXPERIENCIA
Frente a la conciencia del agricultor sobre la importancia de los productos bioestimulantes y biorracionales y su función preventiva, varía mucho. Atribuye esta variación a que los agricultores tienen muchas preocupaciones, y la regulación o el impacto ambiental solo se convierte en un problema si el mercado lo exige. También señaló que la industria a menudo hace “falsas promesas”, lo que genera desconfianza y hace que la experiencia previa del agricultor con estos productos determine su percepción.
“En resumidas cuentas, si los productores son conscientes o no del beneficio de los biestimulantes, esto depende de cuál ha sido su experiencia de vida con respecto a los productos. Si tuvieron la fortuna de tener contacto con una empresa ética, de soporte científico y técnico seguramente su respuesta va a ser positiva y dirán que los bioestimulantes son muy buenos. En cambio, si no han tenido la fortuna de tener contacto con estas empresas seguro dirán que no funcionan”, dice el directivo.
Finalmente, Acosta tiene una visión optimista sobre el futuro de cualquier tecnología que mejore la calidad, disponibilidad o durabilidad de los alimentos, ya que los recursos como la tierra y el agua, son cada vez más limitados, mientras que la población y la demanda de alimentos aumentan. “Cualquier tecnología que vaya encaminada a que existan mejores alimentos, a que estén más disponibles o que duren más en anaquel, tienen un futuro muy promisorio”, puntualizó Acosta.


