Durante el verano del hemisferio norte podrían concretarse las primeras ventas en Estados Unidos que realice la firma mexicana Bioinnova. La compañía de productos biológicos para el campo, como bioestimulantes y regeneradores de suelo, ha iniciado el registro de ocho de sus productos para ser comercializados en algunos de los estados agrícolas más importantes del país del norte.
“Ya hicimos los registros en el estado de Washington y seguiremos con Oregon”, dice Glen Márquez Campuzano, director general de BioInnova en México. “Esos dos estados son los que tienen más producción orgánica en Estados Unidos y donde las certificaciones son más exigentes, por lo que hay un interés especial por buscar productos efectivos que sustituyan a los convencionales productos químicos”. El ejecutivo mexicano señala que, además, ya están avanzados los registros en California, Arizona, Texas y Florida.
La compañía en Estados Unidos tiene como nombre Agrobioshare y será la responsable de comercializar los productos que desarrolla y formula su empresa hermana Syme Agroinsumos de México. Se trata del mayor paso internacional de la compañía de nueve años que, hasta el momento, solo había exportado sus biosoluciones entre productores de Guatemala. De hecho, podría ser la principal fuente de crecimiento para la empresa, que ya tiene un dinamismo importante en México.
Glen Márquez Campuzano, director general de BioInnova, brazo comercial de Syme Agroinsumos de México
De acuerdo con Márquez-Campuzano, las ventas de Bioinnova, responsable de la comercialización de los productos de Syme –ambas parte del mismo holding– alcanzaron los US$ 10 millones en 2022 y mantienen un crecimiento de 32% anual desde 2019. “Ha sido un crecimiento relevante y esperamos llegar a los US$ 13 millones este año, solo en México”, dice.
Las cifras podrían aumentar con más rapidez si se concretan algunas de las propuestas comerciales que tienen con clientes directos y distribuidores en el país vecino del norte. “Estuvimos conversando con un futuro distribuidor que cubre un área equivalente a 250.000 acres o más de 100.000 hectáreas”, dice. “Si llegásemos a solo el 30% de lo que cubre, con una venta de 1.000 dólares por hectárea, las ventas podrían llegar a US$ 75-90 millones”.
LOS PRODUCTOS QUE CRUZAN LA FRONTERA
La firma tiene un catálogo de 18 productos, ocho de los cuales ya están certificados para ser usados por exportadoras en México. Entre ellos, el producto bandera es BioInmune, un bioestimulante basado en oligosacáridos y polisacáridos que trabaja en las paredes de las células de las plantas. Otros productos de alta aceptación son BioMoots, formulado como enraízador, pero que se utiliza mucho como solubilizador de fósforo; BioTerra, un consorcio de microorganismos que ayuda a la asimilación de los nutrientes del suelo, y BioSuelo, un desionizador de moléculas de fertilizantes, que facilita su absorción por parte de la planta.
Estos cuatro productos son los que iniciaron sus registros en los distintos estados de EE. UU., a los que se suman BioMic, Microfol, Bioestimulex y MaxiQ.
Márquez Campuzano dice que el proceso de registros en Estados Unidos es mucho más simple y rápido que en México, donde pueden tardar entre dos y tres años. La compañía exportará las formulaciones desde su planta Navojoa, en el estado de Sonora, para la cual están haciendo inversiones de medio millón de dólares, aunque no requiere una ampliación mayor en lo inmediato. “Tenemos una capacidad instalada para producir 2,2 millones de unidades. Y el mercado mexicano nos demandó 800,000 unidades el año pasado”, dice el ejecutivo. “Este año posiblemente lleguemos al millón de unidades”.
APUESTA EN EL ÁGAVE
En México, los principales clientes de Bioinnova vienen de los cultivos de berries –fresas, frambuesas y arándanos–, aguacate, hortalizas y, recientemente, agave. En este último cultivo, muy de moda por la explosión global del consumo de tequila y del fenómeno local del mezcal que utiliza principalmente producción orgánica, el holding de Bioinnova y Syme decidió tomar las cosas más en serio: adquirieron un campo de 100 hectáreas de agave en los que el 95% de las aplicaciones corresponden a productos biológicos, principalmente desarrollados por Syme. “No llegamos al 100% porque necesitamos selladores y herbicidas, que por ahora solo tienen opciones químicas”, dice Márquez Campuzano.
No obstante, los resultados de este campo llamado Mocali Produce fueron muy eficaces: lograron reducir de cinco a cuatro años el tiempo necesario para conseguir un agave de calidad para esta exigente industria espirituosa. “Partió como un ensayo para mostrar a clientes, pero ahora vamos a crecer en esto: queremos llegar a las 1.000 hectáreas”, dice.