Una joven empresa de control biológico situada en la localidad de Chincha, a 200 kilómetros al sur de Lima, ha obtenido importantes resultados combinando tres especies nativas de Trichoderma –Trichoderma harzianum, Trichoderma viride and Trichoderma asperellum– en el control del Fusarium en el cultivo de arándano y de Lasiodiplodia theobromae en cultivos de palto.
Bioqhali es una compañía formada por dos investigadores de la Universidad San Luis Gonzaga de Ica: los ingenieros agrónomos Jonathan Vidal, máster en Entomología, y Cecilia Castillo, quien actualmente está cursando una maestría en Fitopatología.
Vidal cuenta que en el año 2018 ambos realizaban servicios de diagnóstico de enfermedades y plagas agrícolas en Chincha y que en una ocasión, visitando un fundo de paltos, con el fin de identificar hongos de madera, se percataron de que en una determinada zona los paltos crecían más robustos, con mayor cobertura y protección, sin que se hubiera desarrollado en ella un manejo agronómico distinto.
Los investigadores tomaron muestras de raíces y suelos y una vez en el laboratorio constataron que el único factor singular que podía explicar el gran desarrollo de esas plantas era la presencia masiva de distintas especies del hongo Trichoderma, que habían colonizado desmesuradamente las raíces.
Gracias a un fondo del programa estatal Innóvate Perú, de S/. 69.000 (aproximadamente, US$ 18.000), pusieron en marcha una investigación para identificar las cepas de Trichoderma más agresivas y aislar sus metabolitos, con el fin de desarrollar un producto inoculante que sirviera para fortalecer el sistema inmune de las plantas.
–Una vez que identificamos las especies más agresivas, o las que se desarrollan más rápido, hicimos pruebas de producción artesanal, en sustrato a base de arroz y levaduras, hasta tener el producto terminado– dice Vidal.
Las especies elegidas fueron Trichoderma harzianum, Trichoderma viride and Trichoderma asperellum. El investigador explica que T. harzanium es muy agresiva e invasiva y compite muy rápido por su espacio; T. viride produce un antibiótico que inhibe la presencia de los patógenos; y T. asperellum tiene como característica principal que parasita al patógeno y al crecer envuelve su hifa y lo estrangula.
–Por eso decidimos fusionar estas especies– indica. –A partir de ese momento, comenzamos a hacer pruebas en laboratorio y, luego, en el campo, haciendo ajustes en la formulación de las dosis y de los aditivos adicionales para hacer más eficiente el producto.
ENSAYOS EN ARÁNDANO Y PALTO
En febrero de 2023, los investigadores hicieron sus primeros ensayos en campo en un fundo de Nazca, una histórica localidad situada a 400 kilómetros al sur de Lima. Primero, en una hectárea de arándanos, que estaban siendo cultivados en macetas. La primera aplicación se hizo cuando las plantas estaban en la etapa de inducción floral. La dosis, de 1 kilo por hectárea, se aplicó a través del sistema de riego por goteo. En ese momento, se tomaron muestras de suelo y raíces, que revelaron una masiva presencia de Fusarium. Después de 15 días, se efectuó la segunda aplicación, con la misma dosis.
Treinta días después del día cero, nuevamente se tomaron muestras de suelo y raíces, y los resultados fueron muy plausibles: se encontró que las esporas de Fusarium habían retrocedido sustancialmente, ya que el 85% de las raíces habían sido colonizadas con Trichoderma. En las pruebas in vitro, el porcentaje de inhibición del Fusarium fue mayor: 92%.
En esa fecha, Vidal y Castillo también hicieron ensayos en un campo de palto, en una plantación que tenía 15 años de edad, instalada sobre suelo arenoso. La dosis fue la misma, 1 kilo por hectárea, en dos aplicaciones con un intervalo de siete días . Las plantas estaban en la etapa de llenado de fruta. Al examinar las muestras de suelo y raíces, encontraron que el problema en esa plantación era Lasiodiplodia. Y cuando revisaron las muestras obtenidas 30 días después del día cero, comprobaron que la colonización de Trichoderma se había dado en el 65% de las raíces. En el ensayo in vitro, la colonización alcanzó el 94.5%.
–Con estos ensayos quedó demostrado que al aplicar este compuesto a base de tres especies de Trichoderma, las raíces de la planta están más protegidas y más fortalecidas para enfrentar la presencia de los patógenos del suelo– dice Jonathan Vidal.
ENFOCADOS EN CULTIVOS DE EXPORTACIÓN
Con su marca Bioqhali, Vidal y Castillo ya están comercializando su producto a base de Trichoderma, con el nombre de Tricot. En investigaciones posteriores han confirmado que tiene también efectos biofertilizantes y bioestimulantes, además de los biofungicidas. También ofrecen otros bioinoculantes, por ejemplo, uno a base del hongo nematófago Purpureocillium lilacinum y otro a base de Bacillus subtilis, con los que ya están haciendo algunos ensayos en la zona de Arequipa. Su catálogo está compuesto de 12 productos, entre biofertilizantes, bioestimulantes y biocontroladores.
–Estamos enfocando estos productos para cultivos de agroexportación– explica Vidal. –Principalmente, para paltos, arándanos, uva, cítricos y espárragos.