El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) investiga especies de crisópidos asociados a huertos citrícolas en la región sur de Yucatán. Se trata de la evaluación de insectos nativos presentes en los cultivos. Con el análisis de las especies, se podrían emplear como controladores de plagas y vectores de enfermedades en la citricultura de la región.
En el laboratorio de Ecología Aplicada al Control Biológico de Plagas del Campo Experimental Mocochá, se estudia la diversidad de especies de crisópidos. Actualmente se han identificado 23 especies, de las cuales trece pertenecen al género Ceraeochrysa, nueve al género Leucochrysa y una al género Chrysoperla.
Estos aliados, conocidos como “enemigos naturales” forman parte de la entomofauna benéfica y ayudan a mantener bajo control a los insectos perjudiciales en los campos agrícolas.
ENEMIGOS NATURALES
Entre los principales enemigos naturales destacan los insectos depredadores, aquellos que se alimentan de otros insectos que podrían ser plagas en los cultivos.
Uno de los grupos más útiles en esta labor son las crisopas, insectos del orden Neuroptera y de la familia Chrysopidae. Estos se emplean en programas de control biológico como alternativa a los insecticidas.
Con más de 1.300 especies en todo el mundo, las crisopas, especialmente en su fase larval, son depredadoras de plagas en cultivos como pulgones, escamas cochinillas, mosquitas blancas e insectos con cuerpo blando y escamas. Las larvas, conocidas como “carga-basuras,” llevan sobre su cuerpo restos de sus presas y otros materiales para camuflarse, protegiéndose de otros depredadores.
Además de su contribución en los programas de control, las crisopas presentan un rango de hábitats que va desde campos agrícolas hasta zonas arboladas. Su presencia es común en cultivos de importancia económica como cítricos, hortalizas y maíz. En países como México, se han implementado programas de liberación de crisopas en estos cultivos, minimizando el uso de productos químicos.
CONSERVANDO LA DIVERSIDAD BENÉFICA
Este tipo de investigaciones resulta fundamental, ya que permite conocer la diversidad y abundancia de estos insectos en diferentes regiones y cultivos, facilitando su uso en el manejo sustentable de plagas agrícolas.
Chrysoperla carnea, una de las especies más utilizadas a nivel mundial en programas de Manejo Integrado de Plagas (MIP), es conocida por su adaptabilidad y facilidad de cría. En México, es la especie de crisopa más común en cultivos hortícolas, contribuyendo significativamente al control biológico de plagas como pulgones y mosquitas blancas.
El uso de estos insectos benéficos no solo reduce la dependencia de productos químicos, sino que protege la salud humana y promueve la sustentabilidad ambiental.