Ser uno de los principales proveedores de frutas y hortalizas frescas del mundo conlleva varios retos. Producir alimentos de la más alta calidad, que lleguen bien a los diferentes destinos, que sean sanos y libres de tóxicos son algunos de ellos. Esta es una carrera que se gana en el campo, monitoreando los cultivos y su comportamiento frente a cada factor que los pueda impactar.
Uniendo capacitación, tecnología y una fuerte inversión económica, Perú se ha posicionado como el líder mundial en la exportación de arándanos, uva de mesa y quinua en grano, y como el segundo exportador de palta, espárrago fresco (disputando codo a codo con México el primero), jengibre y alcachofa en conserva. En 2021, tres de sus frutas emblema -arándano, uva de mesa y palta-, superaron la barrera de los US$1.000 millones en ventas. Un año antes, el arándano había sido la primera fruta en conseguirlo, al anotar envíos por un valor de US$1.275 millones.
El caso del arándano es quizá uno de los más sobresalientes. Comenzó con exportaciones comerciales en 2012 y en solo ocho años superó a Chile como el primer proveedor global.
Los exigentes mercados internacionales donde arriban los alimentos producidos en suelo nacional se rigen por los lineamientos de acuerdos internacionales como el Pacto Verde de la Unión Europea, que busca reducir a la mitad el uso de plaguicidas, reducir los fertilizantes al menos en un 20% y aumentar la superficie dedicada a la agricultura orgánica hasta el 25%.
Este escenario ha hecho que el país se sume al mundo de los bioinsumos o biológicos agrícolas, productos formulados a partir de materia vegetal o microorganismos como hongos, bacterias o incluso virus. América Latina es la región donde más crecen estas soluciones, gracias al impulso de países como Brasil, México y donde Perú está en pleno crecimiento.
BIOINSUMOS, UN MERCADO DE MÁS DE US$61,5 MILLONES
Según estimación de Aduanas, el país importó un total de US$300 millones en insumos agrícolas en 2023. El 91,8% (US$275,4 millones) de la importación correspondió a agroquímicos, mientras que el 8,2% fueron bioinsumos, manteniendo la tendencia de los últimos tres años de acuerdo a información de la firma de estudios de mercado, Agro 360. Los bioinsumos se repartieron entre reguladores de crecimiento, que representaron un 59% y bioprotectores, con un 41%. La importación de bioinsumos en 2023 se estimó en US$24,6 millones, de acuerdo a la información entregada por Fresh Fruit Perú, consultora de inteligencia de mercado.
De acuerdo a Agro 360, más del 60% de la facturación nacional de bioinsumos está dirigida por empresas peruanas, lo que da cuenta de un mercado total de biológicos agrícolas estimado en US$61,5 millones.
Sobre los segmentos de los bioinsumos importados, lideran los biofertilizantes con un 76,3% del total, equivalente a US$18,8 millones; seguidos de los bioinsecticidas con un 21,7%, unos US$5,4 millones; los biofungicidas con 1,7%, US$420.745; y los bioplaguicidas con el 0,3% restante, equivalente a US$83.004, de acuerdo a datos entregados por Fresh Fruit Perú.
Los dos principales segmentos de productos importados fueron biofertilizantes y bioinsecticidas, que alcanzaron el 98%. Entre los principales países importadores de biofertilizantes, lidera Chile con el 30%, equivalente a US$5,6 millones; le sigue España con US$4,1 millones (21,8% del segmento). En tercer lugar se ubica México, con US$3,6 millones (19%); le sigue EE UU con US$1,5 millones, (8,1%); y cierra el top 5 China, con US$1,46 millones, (7,8%). Entre ellos concentraron el 87% del total de biofertilizantes importados por Perú en 2023, que alcanzó los US$16,2 millones.
La importación de bioinsecticidas, por su parte, tiene a China a la cabeza, con US$3,1 millones, lo que representa el 58,5% del segmento. El ‘top-5’ equivale al 95% del total de bioinsecticidas, por un total de más de US$ 5,1 millones.
Este tipo de insumos, en el caso de Perú, también es importado directamente por las agroexportadoras para aplicar en su producción propia. Como ejemplo y según información de Fresh Fruit Perú, ocho empresas concentraron el 8,7% de la importación de biofertilizantes en 2023, entre las que se encuentran Agrícola Cerro Prieto, Sociedad Agrícola Saturno y Greenvic, entre otras.
Hace más de diez años que las importaciones de insumos agrícolas se mantenían al alza, pero en 2023 sufrieron una caída de 10% para los agroquímicos y cerca de 15% para los bioinsumos agrícolas. Lo anterior se explica, dice Helder Díaz, director de Agro 360, por la presencia de eventos climáticos extremos como el Ciclón Yaku y el Niño Costero, que generaron importantes pérdidas en la producción agrícola y en los campos dejaron de aplicar este tipo de productos.
LA PUERTA DE ENTRADA A LOS MERCADOS MÁS RIGUROSOS
Los exigentes mercados donde Perú dirige su agroexportación son el principal impulsor del mercado de bioinsumos del país. Se estima que el uso de pesticidas con mayores efectos nocivos para el medio ambiente y consumo humano se seguirán prohibiendo gradualmente, por lo que seguirá siendo un propulsor de estas soluciones. La pandemia mundial del Covid-19 también generó que la población se interesara en el consumo de alimentos más naturales y producidos de manera sostenible, según comenta Díaz.
El consultor internacional de uva de mesa Roberto Bezerra, que asesora huertos en Perú, Brasil y México, destaca que los biológicos han permitido ingresar a mercados muy rigurosos con el tema de residuos en la fruta. “Los biológicos nos ayudan a cumplir con las exigencias del cliente. Si no fuera por los biológicos no entraríamos al mercado en Inglaterra, Alemania o en otros países que tienen protocolos más exigentes”, asegura.
El también asesor José Luis Juárez, coincide y destaca el caso de Agro Direct, exportadora de fruta fresca que tiene 50 hectáreas (ha) de uva de mesa bajo manejo convencional. Durante la reciente campaña optaron por aplicar alternativas biológicas, tras quedarse sin herramientas químicas para el control de oídio, lo que finalmente resultó en un doble beneficio. “Echaron mano a alternativas biológicas en plena etapa crítica de la enfermedad. Les fue bien, pudieron controlarla y al final los favoreció bastante porque pudieron entrar a mercados muy exigentes en el tema de residuos y ofertar mejor su fruta”, explica.
Tal como señala Luis Gomero, presidente del Consorcio Agroecológico Peruano y la Red de Acción en Agricultura Alternativa, la crisis logística de los fertilizantes fue un gatillante del crecimiento del mercado de bioinsumos, tanto local como internacionalmente. “La crisis de la urea abrió las ventanas para visibilizar las alternativas basadas en bioinsumos en general, lo que se tradujo en un incremento en la demanda de su uso”.
Maritza Acosta, gerente de Novagri, laboratorio peruano con más de 15 años de experiencia en la investigación, elaboración y comercialización de productos biológicos, apunta a las restricciones y obligaciones de mercado como el inicio de la adopción de bioinsumos. “Las empresas quieren mucha seguridad en sus procesos, buscan lo más efectivo, independiente de si es o no lo más ecológico. Las restricciones los pusieron entre la espada y la pared, porque necesitaban alternativas igualmente efectivas dentro de lo que había en el mercado, y que cumpliera con las restricciones de residuos”.
Hay una tendencia a crecer que seguramente se mantendrá así. Los que más han aprovechado los bioinsumos son los agroexportadores debido a las exigencias que les hacen respecto a residuos en la fruta. Los pequeños y medianos productores, por el contrario, históricamente han sido más dependientes de los agroquímicos. “Por muchos años no recibieron asistencia técnica y los únicos que los visitaban en las fincas eran los que se dedicaban al negocio de agroquímicos. Muchos no conocían otras alternativas para poder manejar los cultivos, como el manejo integrado de plagas”, indica Gomero.
Pero la crisis de los fertilizantes también marcó un hito en sus manejos agrícolas y comenzaron a incorporar más soluciones biológicas. “Esto es interesante porque puede generar todo un cambio”, remarca Gomero, “no tan pronto, pero en el mediano plazo, de la matriz tecnológica para poder manejar la fertilidad del suelo y la nutrición de las plantas”.
Un reciente estudio para agroindustrias que realizó Agro 360, arrojó, entre otras cosas, que varios productores locales apuntan a llegar a 2030 con producciones ecológicas de cero residuos de químicos, dando cuenta de la creciente confianza que existe en la eficacia de estas soluciones.
CULTIVOS DE ALTO VALOR APUESTAN POR LOS BIOLÓGICOS
En cuanto a cultivos, arándanos, uvas, paltos, espárragos y mangos lideran el uso de bioinsumos, y solo entre los cinco superan los US$30 millones en compras de este tipo de productos. Le siguen otros cultivos como cítricos, banano y granado. “Cultivos extensivos como arroz, maíz, papa, leguminosas y otros, todavía requieren de mayor investigación y promoción técnica para su adopción en los campos, pero cada vez se muestran más abiertos a cambiar sus manejos agronómicos, impulsados en gran medida por las nuevas generaciones, de hijos o nietos del productor”, explica Díaz.
Roberto Bezerra señala que, de todos los campos que asesora, el 100% incorpora al menos un manejo biológico dentro de su planificación agronómica. “Algunos tenían esos manejos desde antes y luego los intensificamos. Lo que buscamos principalmente es preparar a la planta frente a distintos tipos de estrés”, afirma, algo fundamental luego de que febrero se registrara como el mes más cálido en lo que va de este siglo en Perú.
Lo anterior ha causado que la presión de plagas y enfermedades haya sido mucho mayor en las últimas campañas. El oídio ha sido un desafío para los productores de uva, ya que los ciclos se han acortado y han tenido que realizar aplicaciones de fitosanitarios más frecuentemente.
Si el programa de una uva convencional normalmente considera de once a doce fungicidas químicos, ante este recorte del ciclo del oídio ya no aplicaron cada ocho o nueve días, sino que cada cinco o seis días. Esto ha hecho que los productores se queden sin ‘armas’ en la campaña, donde las herramientas biológicas han asomado como alternativa.
Según Juárez, en los campos convencionales “está creciendo cada vez más la necesidad de emplear las herramientas orgánicas por un tema de residuos, y por un tema de limitantes en la disponibilidad de activos, donde algunos ya están restringidos y otros están por salir del mercado”.
El asesor menciona la nueva especie de trips que hay en el país, Scirtothrips dorsalis, que no solamente ataca en floración, sino que desde pre flor hasta el crecimiento de bayas, lo que obliga a diversificar las alternativas de control. “Si anteriormente contábamos con solo dos moléculas para aplicar y controlar a Frankliniella occidentalis, hoy tenemos que realizar cuatro o cinco aplicaciones para su control. Entonces tiene que haber herramientas orgánicas para tolerar y mantener bajos los niveles de presión de la plaga”.
Por su parte, el asesor Rodrigo Sapiain está echando mano de herramientas orgánicas para activar el suelo. “Lo que estoy ocupando como programa es Trichoderma pensando en enfermedades de la madera. También estoy haciendo validaciones con micorrizas y algunas bacterias. El foco principal es mejorar las condiciones del suelo”, sostiene. El especialista subraya la importancia de modificar la estrategia cuando se incorporan herramientas biológicas, porque hay algunos manejos convencionales que pueden perjudicar el funcionamiento de los biológicos.
BIOESTIMULANTES FRENTE A EVENTOS CLIMÁTICOS
La bioestimulación se ha convertido en una necesidad frente a los efectos del cambio climático, donde los principales productos son a base de microorganismos o extractos vegetales o algales. En este último segmento, la empresa de biotecnología algal, PSW (Peruvian Seaweed), lleva más de 20 años desarrollando soluciones que permitan a los cultivos enfrentar y responder de mejor manera a los distintos estreses, drásticamente aumentados con los eventos climáticos actuales.
Todas las materias primas que usan son peruanas, específicamente macroalgas de agua salada, de las familias de algas pardas, verdes y rojas, que cosechan de una concesión de 50 ha ubicada en la bahía de San Nicolás de Marcona, en el límite entre Ica y Arequipa. Desde ahí obtienen extractos que luego combinan en sus diferentes productos, formulados específicamente para los estreses que enfrentan los cultivos, con un foco en la agroexportación.
Según Juan Carlos Bisbal, director comercial de PSW, otro factor que impulsa la demanda de sus soluciones es la presión de tener mayores rendimientos para el sector agroexportador. “El uso de bioestimulantes, sumado a una correcta nutrición y un correcto riego, aumenta las posibilidades de mejorar las producciones de los campos. Eso es lo que está haciendo que el mercado crezca; la necesidad del uso de estos productos por la mayor presión de tener más volúmenes, de mejor calidad, en condiciones más adversas”.
Se estima que estas condiciones adversas serán cada vez más frecuentes e intensas, por lo que “tenemos que entregarle a las plantas las mejores condiciones y herramientas para que se defiendan y puedan producir. La planta es como una pequeña fábrica que queremos que produzca mucho, pero tenemos que darles los inputs para que lo logre”, explica Bisbal.
Respecto a las lluvias de la pasada temporada, Sapiain explica que los productores aplicaron bioestimulantes como fuente nutricional de mejor calidad para sus cultivos. “Cuando estuvimos con toda esa problemática, la estrategia fue mejorar a la planta y sus condiciones de suelo y de raíz, para tener una planta más resistente y resiliente”.
AGROEXPORTADORAS PRODUCEN SUS PROPIOS BIOINSUMOS
Ya sea que recién se estén estableciendo o que cuenten con un volumen considerable de producción, hay varios ejemplos de biofábricas en el país, como las que se destacan a continuación.
CAMPOSOL, CENTRO DE CRIANZA DE BIOCONTROLADORES
Desde 2005 Camposol comenzó a investigar y criar controladores biológicos para enfrentar problemas fitosanitarios y frente a la poca disponibilidad de alternativas libres de químicos. Hoy la empresa cría Anagyrus sp, una especie de avispas parásitas, para el control de chanchito blanco, en arándanos y cítricos. Según la compañía, Anagyrus pseudococci es el principal y más eficiente controlador de Pseudocóccidos en el cultivo de arándanos y cítricos.
LA CALERA, A LA BÚSQUEDA DEL MEJOR MICROBIOMA
El Grupo cuenta con una división llamada Simbio, dedicada a desarrollar innovaciones en tecnología microbiana, para atender sus campos de cítricos, uva de mesa y arándano y contar con soluciones libres de residuos químicos. El foco principal es el control de nematodos y mejorar constantemente el microbioma de sus suelos. En 2019 dieron el salto comercial con cuatro líneas de consorcios microbianos para mejorar los rendimientos de los cultivos.
VIRÚ, UN PROGRAMA DE BIOCONTROL QUE CUBRE MÁS DE 2.000 HECTÁREAS
Comprometidos con mantener un manejo integrado de plagas, la empresa desarrolla agentes biológicos como Chrysoperla carnea, Podisus nigrispinus, Paecilomyces lilacinus, Trichoderma sp., hembras vírgenes de Spodoptera frugiperda, entre otros, que luego liberan dentro de más de 2.000 ha., lo que les ha permitido controlar y reducir poblaciones significativas de plagas. Constantemente realizan mediciones con las que luego desarrollan un mapa de calor para tomar decisiones sobre las futuras liberaciones y aplicaciones.
ECOSAC, LA PRIMERA AGRÍCOLA QUE VENDE ENTOMOPATÓGENOS
Hace diez años, la empresa piurana, Ecosac, construyó su laboratorio de producción de biocontroladores con la visión de abordar sus problemas fitosanitarios. Cuando alcanzaron un volumen significativo de producción, dieron el salto comercial para ofrecer sus cuatro productos, que incluyen Bacillus subtilis, Trichoderma, y dos consorcios microbianos, Ecobacter y Dbacter, convirtiéndose en la primera empresa agrícola en ofrecer sus propios entomopatógenos a terceros.
CERRO PRIETO, CON LA VISIÓN DE REDUCIR LA APLICACIÓN DE PESTICIDAS
La producción de insectos benéficos y hongos entomopatógenos nació bajo la idea de reducir el uso de pesticidas. El trabajo de investigación consistió en identificar los problemas que traían ciertas plagas y enfermedades claves en el proceso productivo del campo, coartando el rendimiento.
Para la empresa es importante contar con desarrollos propios para evitar la escasez de productos en el mercado. La firma cuenta con más de 1.200 ha de arándanos bajo manejo orgánico, que requieren de soluciones biológicas efectivas y variadas.
BETA, EL RETO DE CONTROLAR AL CHANCHITO BLANCO
Hace un par de años que la empresa Agroindustrial Beta viene apostando por la producción de Anagyrus pseudococci, un parasitoide empleado como alternativa para bajar la incidencia de chanchito blanco en uva de mesa. Inicialmente produjeron una pequeña cantidad de biocontroladores como ensayo, que luego confirmó su eficacia logrando el 60% de parasitismo, disminuyendo la presencia de la plaga. La idea es liberar los controladores biológicos en mayores cantidades, que permitan disminuir el uso de pesticidas convencionales.
AGROVICTORIA, Y UNA PRÁCTICA DE HACE MÁS DE 10 AÑOS
Para el control de problemas fitosanitarios, Agrovictoria recurre a controladores biológicos tales como Crisopas y Anagyrus para el control de pseudocóccidos. Bacillus subtilis para el control de oídio y botrytis, y Bacillus thuringiensis para el control de lepidópteros (granado); y Paecilloyces and Trichoderma para el control de nematodos.
PROAGRO, LABORATORIO DE PRODUCCIÓN DE INSECTOS BENÉFICOS
Para Proagro, los retos fitosanitarios nunca son los mismos de una campaña a otra, pues siempre hay variaciones en la incidencia de una plaga o enfermedad. En ese escenario hacen uso del control biológico con insectos benéficos, que usan como complemento del control químico. La empresa tiene intenciones de ampliar sus laboratorios.
BIOFÁBRICAS, ¿EL FUTURO DEL AUTOABASTECIMIENTO DE BIOLÓGICOS?
Existe una tendencia ya consolidada en algunos países como Brasil y otros países de Sudamérica, y que Perú también ha adoptado en los últimos diez años. Actualmente existen más de diez empresas que producen o formulan localmente sus biológicos, según explica Helder Díaz, de Agro 360. “Cuatro de ellas se encuentran en el ‘top-10’ de mayor facturación de bioinsumos agrícolas de Perú. Incluso estas cuatro empresas ya exportan a otros países de la región andina”.
Las biofábricas nacionales presentan un crecimiento estimado del 20% en la última década, donde no solo las establecen empresas nacionales proveedoras de insumos agrícolas, sino también productoras hortofrutícolas. “Hace diez años el valor facturado bajo esta operación no superaba los US$5 millones y el año pasado la facturación pasó a más de US$30 millones, por lo que no descartamos que Perú podría ser uno de los principales proveedores de bioinsumos agrícolas para América Latina en los próximos cinco o diez años”, sostiene Díaz.
Juárez ve bien encaminado que las mismas empresas produzcan sus bioinsumos que, de paso, les ayuda a disminuir sus costos. “La mayor parte de lo que se produce se aplica al suelo. Básicamente son micorrizas, Bacillus, etcétera, y se está viendo bastante ayuda por ese lado y minimizando el uso de enraizadores sintéticos que encarecen los costos”. Bezerra apuesta a que estas prácticas se establezcan como una realidad en el país, donde ya muchas empresas compran el inóculo a laboratorios, para luego multiplicarlo y producir sus propios biológicos.
Las soluciones generadas en biofábricas todavía presentan limitantes, como cuando se quieren incorporar mediante aplicaciones foliares. El grado de control no es significativo para enfermedades y plagas, al menos no todavía. “Hemos hecho pruebas en varios fundos con la propia producción, pero hemos visto un control muy escaso en términos de reducir poblaciones, que debe estar en un 40%, 50%, entonces en este momento sirven pero como complemento”, sostiene Juárez.
Las aplicaciones vía foliar también encuentran barreras en factores climáticos como la radiación o el viento, por lo que requieren de productos más estables para funcionar. Además, para este tipo de aplicaciones se necesitan más metabolitos para que los productos puedan funcionar como fungicidas. “Por ese lado creo que falta mejorar la tecnología para poder equipararse a un producto comercial de control”, sostiene el asesor.
Eso sí, Díaz subraya que se requiere convocar a un experto con experiencia internacional para sostener la visión del potencial de Perú como proveedor de biológicos en la región. También es clave implementar más certificaciones de calidad. En esto último coincide Gomero, del Consorcio Agroecológico Peruano, que apunta a que falta estandarizar la calidad de estos biopreparados para garantizar su efectividad e inocuidad. “Por ahora estos productos se comercializan con la confianza del que los produce, pero todavía no hay un sistema de monitoreo de los estándares de calidad. Sin embargo, hay un proyecto de reglamento de los abonos orgánicos, sólidos y líquidos que está por ser aprobado en el Servicio Nacional de Sanidad Agraria, y ya tenemos una norma técnica sobre el compost aprobada. Se está viendo una mayor preocupación del Estado para velar por la calidad de los bioinsumos”.
El también presidente de la Red de Acción en Agricultura Alternativa cree que es momento de promover la adopción de bioinsumos como una política de Estado no solo en Perú, sino en todos los países que los comercializan. “Así no tendríamos que depender solamente de las grandes corporaciones de insumos, sino también de los pequeños y medianos emprendimientos que puedan realizarse a partir del aprovechamiento de los residuos agropecuarios y de toda actividad agroalimentaria”.
En cuanto a los principales ingredientes activos de los productos disponibles en el mercado, se encuentran hongos como Purpureocillium lilacinum y especies de Trichoderma. Además, se están evaluando cepas comerciales del hongo Pochonia chlamydosporia en condiciones de campo “con prometedores resultados”, explica el Dr. Murguía.
Si se consideran las bacterias supresoras de nematodos, su comercialización es principalmente en consorcios o mezclas que contienen especies de Bacillus and Pseudomonas. Mientras que en el grupo de los extractos naturales, se encuentran aceites esenciales extraídos de marigold (Tagetes spp.) y canela (Cinnamomum spp.), contenidos en diferentes bionematicidas comerciales.
Sobre el futuro de este segmento, el Dr. Murguía señala que en el último tiempo se han publicado varios estudios en revistas científicas que demuestran la eficacia de estas soluciones. El problema es que muy poca investigación se ha convertido en productos comerciales “debido a múltiples barreras que incluyen al propio ingrediente activo y trámites regulatorios para su comercialización”.
NUEVA OFERTA PARA EL CONTROL DE OÍDIO, MILDIU Y S. DORSALIS
La actual oferta de soluciones biológicas se ha diversificado y mejorado de sobremanera en los últimos años. Si bien se debe mantener la visión de que los planes de trabajo con bioinsumos tienen un carácter preventivo, las nuevas formulaciones son cada vez mejores. Para Juárez, las soluciones biológicas disponibles actualmente son mucho más estables que antes y logran efectos más rápidos, como es el caso de Bacillus subtilis, una herramienta fundamental para tratar el oídio en uva de mesa. “He visto algunos productos que al segundo día de aplicación ya muestran sus efectos de control sobre oidiosis. Son herramientas muy interesantes y que todavía tienen espacio para mejorar”.
Sobre las proyecciones de los bioinsumos en el país, Juárez es enfático en la necesidad de generar nuevas soluciones. “Como consultor, explico a las compañías que ya están desarrollando su línea verde, que necesitamos más herramientas”. Como ejemplo, nombra el caso de mildiú, enfermedad que se estableció en Ica y ya no solo en etapa de producción, sino también en poscosecha, por lo que va cobrando cada vez más relevancia y no existen herramientas biológicas para su control más que los manejos culturales que realizan los productores.
Si bien se pueden aplicar productos a base de cobre para el mildiú, su uso excesivo ocasiona manchas y una senescencia acelerada. “Creo que aquí pueden crecer mucho las herramientas orgánicas, como también en el caso de S. dorsalis. Creo que esto va a seguir creciendo, no solamente para lo orgánico, sino también para lo convencional que ya necesita de estas herramientas para sus manejos de plagas y enfermedades”, puntualiza Juárez y agrega que el foco debe estar en la calidad de la fruta. “Nuestro trabajo no es matar plagas o enfermedades, sino sacar la mejor uva de calidad con menos residuos para lograr mejores retornos”.
Según Helder Díaz, de Agro 360°, el uso de tecnologías en base a software o aplicaciones son herramientas para que los agroexportadores identifiquen qué ingredientes activos aceptan los diferentes mercados a los que destinan su producción, lo que les permite tomar mejores decisiones a la hora de planificar la aplicación de productos. “Este uso o adopción aplica para un productor que tenga más de 5.000 ha o para un pequeño productor que tenga menos de 4 ha”, señala Díaz.
Perú cuenta con ecosistemas con amplia biodiversidad, que son fuente de recursos biológicos con potencial como bioinsumos. “Estos ecosistemas incitan a la prospección científica para obtener nuevas moléculas vegetales o microorganismos supresores nativos, que podrían evaluarse para observar su capacidad de interactuar en sistemas agrícolas para controlar plagas como los nematodos”, postula el Dr. César Murguía, académico de la Universidad Nacional de Piura.
Además, las iniciativas internacionales por mejorar las condiciones de los suelos y disminuir los agroquímicos en los campos, de manera de asegurar la producción de alimentos en los próximos años, son claros indicadores de que los bioinsumos seguirán masificándose. Mantener la competitividad del país como potencia agroexportadora requerirá de soluciones biológicas de alta calidad, que permitan disminuir cada vez más el uso de agroquímicos para recuperar el equilibrio de los suelos.