Una investigadora de la Universidad Estatal de Michigan (MSU) ha recibido una subvención de US$325.000 del Instituto Nacional de Alimentación y Agricultura del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) para desarrollar un biopesticida a base de levadura dirigido contra la drosofila de alas manchadas (SWD), plaga invasora de bayas y frutas de árbol.
Julianna Wilson, profesora adjunta del Departamento de Entomología y especialista en frutales arbóreos de la Extensión de la MSU, dirige el equipo multiestatal donde colabora Molly Duman Scheel, profesora de genética médica y molecular de la Universidad de Indiana.
Las investigadoras están trabajando en el desarrollo de un biopesticida a base de levadura basado en un modelo de eficacia probada en otras especies de moscas y mosquitos. El producto funciona interfiriendo en la traducción proteínica del ARN de las plagas, lo que se utilizó por primera vez en la lucha contra nematodos.
Según Wilson, este tipo de producto tiene una eficacia única en comparación con los pesticidas convencionales, ya que se centra en la expresión genética de los organismos diana, mientras que deja indemnes a los organismos no diana.
UNA PLAGA CLAVE PARA LA FRUTICULTURA
Drosophila suzukii, originaria de Asia oriental y del tamaño de un grano de arroz, se detectó por primera vez en Norteamérica en 2008. Los investigadores de la MSU descubrieron las plagas en el oeste de Michigan en 2010, que desde entonces han causado estragos en los productores de frutas de pulpa blanda, como berries y cerezas.
SWD presenta varios desafíos únicos en su gestión; mientras que la mayoría de las plagas infectan la fruta en descomposición, las hembras de SWD poseen un mecanismo de puesta de huevos llamado ovipositor, que es dentado y puede perforar la fruta madura. Además, las poblaciones de insectos plaga suelen tener generaciones distintas, pero varias generaciones de Drosophila suzukii pueden vivir simultáneamente y acumularse a lo largo del año, abrumando cultivos y plantas silvestres vulnerables.
“Es difícil pensar en cualquier otra especie invasora en la memoria reciente que haya causado una interrupción tan rápida de los programas de gestión integrada de plagas en tantos cultivos como el SWD”, señaló Wilson, cuyo trabajo es apoyado en parte por MSU AgBioResearch. “Su propensión a poner huevos en la fruta madura, lo que resulta en una infestación antes de la cosecha, ha creado un gran problema”.
ACELERAR LA TRANSFERENCIA DE TECNOLOGÍA AL CAMPO
El proyecto reúne la experiencia de Wilson en investigación aplicada y extensión agraria, con los conocimientos de Scheel en el desarrollo de plaguicidas de ARN. La levadura se utilizará como base por sus propiedades de atracción y eliminación sobre los SWD. Utilizando como modelo los estudios previos de su equipo con mosquitos, Scheel ya ha identificado una cepa de levadura tóxica para los SWD, pero que no daña a otros organismos.
“Estamos muy contentos de aplicar esta nueva tecnología, que ha funcionado bien en mosquitos, al desarrollo de nuevos métodos para el control de SWD”, dijo Scheel. “Trabajar con el talentoso equipo de la Dra. Wilson en la MSU acelerará la traslación de esta tecnología de nuestro laboratorio al campo”.
UN PROYECTO DE INTERÉS MUNDIAL
Para el primer objetivo, los investigadores ampliarán la producción del biopesticida para realizar pruebas de laboratorio y de campo. Luego determinarán si el biopesticida puede superar a otros posibles atrayentes, así como la durabilidad de las cualidades del atrayente, asegurándose que duren toda una temporada de cultivo. También se evaluarán los efectos del producto sobre otros insectos, incluidos los parasitoides de Drosophila suzukii.
En tercer lugar definirán una estrategia de despliegue, que, según la hipótesis de los investigadores, será a lo largo de los márgenes de los huertos adyacentes a las zonas de las que se espera que emigren los SWD. Por último, el equipo utilizará recursos de extensión para transmitir la eficacia del biopesticida recién desarrollado y trabajar para conseguir apoyo para su aplicación.
Si bien el proyecto se llevará a cabo en Michigan e Indiana, las investigadoras afirman que los resultados deberían ser relevantes para los cultivadores de todo el mundo.