Frente a las desventajas que tienden a presentar los fertilizantes tradicionales como la degradación de suelos, malos olores o la contaminación de acuíferos, investigadores de la Universidad de Almería en España, desarrollaron un biofertilizante elaborado con desechos de tomatera, más barato y sostenible que los tradicionales.
En el estudio “’La biodesinfección como método de fertilización rentable para los cultivos hortícolas en el marco de la economía circular”, publicado en la revista científica internacional Agronomy, el equipo de investigación de la Universidad de Almería demuestra cómo lograron crear este bioinsumo, que utiliza los restos de la cosecha del año anterior como materia prima, gracias a la biosolarización.
Esta técnica es una metodología de desinfección que combina la solarización del suelo y la biofumigación. Se ha utilizado tradicionalmente como alternativa a los desinfectantes químicos del suelo por su eficacia en el control de patógenos. Además, durante su uso también se han observado beneficios para la fertilidad del suelo debido a la mejora de las propiedades físicas (tasa de infiltración) y químicas (contenido de materia orgánica, nitrógeno total, potasio disponible, fósforo disponible, etc.). Esto ha dado lugar a un aumento significativo de la producción de los cultivos hortícolas en suelos libres de enfermedades edáficas anteriores.
Para producir esta enmienda orgánica, los científicos desinstalaron el sistema de riego de los invernaderos y depositaron los residuos de tomatera de la campaña pasada para triturarlos y luego incorporarlos en los primeros 20 centímetros del suelo. Tras reinstalar el sistema de riego y asegurarse de que funcionaba, cubrieron la biomasa con una capa de plástico sobre el suelo, sellada en los bordes, para estimular la descomposición de la materia orgánica. Finalmente, regaron los restos vegetales hasta alcanzar la capacidad de campo y obtuvieron abono en un periodo entre 30 y 90 días, dependiendo de lo que buscaban.
El ensayo de este estudio se realizó a lo largo de tres años consecutivos en la Finca Experimental UAL-ANECOOP, en una parcela que simula las características de la horticultura almeriense, donde los expertos llegaron a la conclusión de que este biofertilizante iguala la efectividad de los abonos convencionales, es menos contaminante y mejora la fertilidad del suelo, lo que se traduce en la reducción en el consumo de agua, y puede emplearse cada siete meses aproximadamente, coincidiendo con los periodos de cultivo habituales en la zona.