Los mosquitos siguen siendo uno de los mayores enemigos de la salud pública mundial: según la Organización Mundial de la Salud, cada año, más de 700.000 personas mueren por enfermedades transmitidas por estos insectos. El problema se agrava porque muchas especies han desarrollado resistencia a los principales insecticidas químicos, que además de perder efectividad, traen riesgos ambientales y para la salud humana.
Un equipo de investigadores de la isla de Creta, Grecia, cree que han encontrado una alternativa prometedora: bacterias capaces de producir compuestos que matan rápidamente las larvas de mosquitos. El estudio fue publicado en la revista Applied and Environmental Microbiology.
Bacterias letales en el laboratorio
Los científicos analizaron 186 muestras recolectadas de 65 lugares diferentes en Creta, incluidos suelos, raíces de plantas, tejidos vegetales, agua e incluso insectos muertos. Más de un centenar de cepas bacterianas aisladas eliminaron las larvas de Culex pipiens molestus en solo siete días. Este mosquito puede transmitir virus como el Nilo Occidental o la fiebre del Valle del Rift.
Entre las cepas estudiadas, 37 demostraron ser particularmente efectivas, destruyendo todas las larvas en solo tres días. Tres de ellos se destacaron aún más: sus metabolitos, compuestos producidos por bacterias, pudieron matar al 100% de las larvas en solo 24 horas de exposición.
“Estas moléculas no funcionan a través de la infección, sino mediante la producción de compuestos bioactivos, como proteínas y metabolitos. Esto es importante porque significa que el efecto insecticida no depende de que las bacterias permanezcan vivas”, explicó George Dimopoulos, investigador de la Universidad Johns Hopkins en EE UU y el Instituto de Biología Molecular y Biotecnología (IMBB) en Creta, quien codirigió el estudio con su colega John Vontas.
Alternativa ecológica
El hallazgo cobra relevancia porque los bioplaguicidas, derivados de organismos vivos, generalmente tienen menos impacto ecológico que los químicos. “Se degradan más rápido en el medio ambiente y no afectan a una gran diversidad de especies de insectos, a diferencia de los insecticidas sintéticos”, subrayó Dimopoulos.
El proyecto, financiado por la Unión Europea en el marco del consorcio MicroBioPest, se encuentra aún en sus primeras fases. Los investigadores ahora están caracterizando químicamente las moléculas responsables de la actividad insecticida y evaluando su potencial contra otras especies de mosquitos que transmiten enfermedades y plagas agrícolas.