Una de las premisas base de los bioinsumos es mejorar las cualidades de los cultivos al tiempo que permiten disminuir la aplicación de agroquímicos. Cada vez hay más investigación al respecto, donde tanto empresas privadas, instituciones públicas, centros de investigación y universidades cuentan con varios proyectos que permitan desarrollar soluciones sostenibles para la nutrición y protección de cultivos.
En esta línea, la startup belga Stam Agro, en conjunto con la Universidad de Gante, desarrolló un bioestimulante a partir de plumas de pollo, un residuo industrial tradicionalmente catalogado como un problema, pero de alto contenido nutricional. Se trata de Aphasol, una solución que en pruebas a escala con versiones iniciales ha demostrado sus efectos, logrando disminuir en un 30% la aplicación de fertilizantes, obteniendo rendimientos similares a los que se obtienen con el total de fertilización tradicional.
TRANSFORMACIÓN DE UN RESIDUO
La legislación sobre agroquímicos es cada vez más restrictiva, lo que impulsa a los agricultores a buscar soluciones más sostenibles que permitan mantener sus producciones de manera más amigable con los ecosistemas. Del mismo modo, se está impulsando la valorización de los residuos a nivel global, para aprovecharlos en nuevas aplicaciones.
“Lo bueno es que la fuente de este bioestimulante -las plumas de pollo, tradicionalmente consideradas residuos- está disponible en grandes cantidades”, explica Vaast Vanoverschelde, fundador de Stam Agro. “Con la cantidad de plumas de pollo podemos ‘tratar’ varias veces la superficie actual de patatas en Bélgica. Completaremos el círculo estudiando también los productos residuales de estos procesos y encontrándoles aplicaciones pertinentes, por ejemplo en la alimentación animal”.
TRATAMIENTO EXCLUSIVO
Además, la empresa desarrolló un método para descomponer las cadenas proteínicas de las plumas de pollo, generando proteínas libres y solubles que usan como bioestimulantes. Las plumas se someten a un pretratamiento físico-térmico inicial, que garantiza su descomposición en aminoácidos libres.
“El gran inconveniente es que durante ese proceso se produce una conversión indeseable: esos aminoácidos, que normalmente son bien absorbidos por las plantas, pueden ser absorbidos de forma mucho menos eficiente por los cultivos. Nuestro papel es utilizar un proceso más suave, con el uso de enzimas, para resolver ese problema”, apunta Katleen Raes, profesora de tecnología alimentaria de la Universidad de Gante.
REDUCCIÓN DE LAS EMISIONES DE CO2
Según sus creadores, Aphasol garantiza una enorme reducción de CO2. Su uso en el cultivo total de patatas en Bélgica podría significar una disminución de 55.493 toneladas de CO2.al año, equivalente a las emisiones anuales de este gas de efecto invernadero de 22.743 automóviles.
