Un equipo de investigadores ha desarrollado un abono líquido orgánico a partir de los efluentes de la industria de la palma aceitera. Esta solución busca transformar los residuos industriales en un biofertilizante de alta calidad para la agricultura, reduciendo el impacto ambiental y promoviendo un uso más eficiente de los recursos.
La investigación fue liderada por Juan Carlos Jaulis Cancho, Juan Juscamaita, Ana Martínez Varillas, Marilyn Aurora Buendía Molina, Enrique Raúl Adama Rojas y Eduardo Leuman Fuentes Navarro, quienes forman parte de la Universidad Nacional Agraria La Molina y la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle. Su estudio evaluó cinco formulaciones utilizando biofermentación homoláctica para aprovechar estos efluentes combinados con melaza, palmiste y Garlac. La mezcla con mejor desempeño incluyó un 70% de efluente florentino, 10% de palmiste, 10% de Garlac y 10% de melaza, destacando por su alto contenido nutricional y estabilidad.
El procedimiento consistió en mezclar los efluentes con los insumos orgánicos y someterlos a un proceso de fermentación controlado durante once días en una cámara de incubación a 40 grados centígrados. Durante este tiempo, se monitorearon variables como pH, conductividad eléctrica y acidez titulable, evaluando la evolución del abono en cada fase. El tratamiento más exitoso logró reducir la acidez del suelo, mejorar la retención de materia orgánica y optimizar la disponibilidad de nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas.
Los resultados mostraron que el abono líquido orgánico acelerado final presentó un pH de 4.30, una conductividad eléctrica de 28.54 dS/m y una composición rica en macronutrientes, con 9560.46 mg/L de nitrógeno, 1620.79 mg/L de fósforo y 6787.50 mg/L de potasio. Además, contenía 262.01 g/L de materia orgánica y 302.80 g/L de sólidos totales, características clave para mejorar la fertilidad del suelo. En comparación con los efluentes sin tratar, el abono mostró un aumento significativo en la concentración de nutrientes, lo que evidencia la efectividad del proceso de fermentación.
El equipo de investigación también analizó la presencia de microorganismos en el producto final y confirmó la ausencia de patógenos como coliformes fecales y Salmonella, garantizando su seguridad para su uso en la agricultura. Además, la fermentación homoláctica utilizada en el proceso evitó la generación de gases de efecto invernadero, contribuyendo a la sostenibilidad ambiental.
El equipo resalta que este fertilizante es una alternativa viable para reducir la dependencia de productos químicos en la agricultura y aprovechar los residuos industriales de manera sostenible. Se recomienda realizar pruebas en campo para evaluar su impacto en diferentes cultivos y condiciones climáticas con el fin de consolidarlo como una solución innovadora para el manejo de residuos en la agroindustria.