“Nuestro patrimonio es el sistema radicular –postula el especialista–, que nos genera citoquininas, auxinas, giberelinas, hormonas fundamentales para el crecimiento de la fruta o semilla. Debemos cuidarlo, partiendo por un suelo bien aireado, sin compactación. Mientras más raíces tengamos, más grande va a ser nuestra fruta y necesitaremos menos aplicaciones externas. Con un gran sistema radicular nos vamos a defender de todo: de nematodos, de burrito en algunos casos, de Phytophthora."
RESULTADOS ESPECTACULARES CON MICORRIZAS Y TRICHODERMA
El asesor ha trabajado con micorrizas y Trichoderma, observando el crecimiento de las raíces en el campo de un agricultor mediante rizotrones con cámaras.
“Los resultados fueron espectaculares –testimonia–. Lamentablemente el costo es una limitante porque los retornos económicos de la nuez se han reducido en los últimos años. Se hacen del orden de dos aplicaciones por temporada de cada uno, dependiendo de la situación que se enfrente, pero entras en un círculo en que a la tercera temporada empiezas a bajar la nutrición porque aumenta la eficiencia en la adsorción de macro y micro nutrientes”.
CÓMO LOGRAR UN SUELO SUELTO Y AIREADO
Ante una compactación seria, indica, lo primero es romper el suelo. Desaconseja el uso de ácido sulfúrico pues, además de peligroso, muestra un efecto superficial que no supera los 20 a 30 cm. Tampoco es partidario del yeso debido a la gran cantidad requerida, 5 a 6 toneladas por hectárea, para lograr un buen efecto. Prefiere el tiosulfato de calcio, con el cual ha tenido buenas experiencias, llegando hasta los 80 cm de profundidad.
Una vez obtenido un suelo suelto, aireado, con partículas separadas, propone la adición de compost o ácidos húmicos y fúlvicos para prevenir nuevas compactaciones. Después, siguen los estimuladores de raíces y luego micorrizas o Trichoderma, en cantidad y frecuencia suficientes para que consigan tocar y adherirse a la raíz, de lo contrario no van a funcionar.