Resistencias a agroquímicos también marcan la tendencia

Los rigurosos destinos de exportación que impulsan la adopción biológica de Colombia

25 de September de 2024

Si bien en el país las soluciones biológicas aún no se han convertido en la ‘regla general’, la posición de Colombia en el mercado exportador demanda alimentos y productos producidos bajo los más exigentes estándares a nivel mundial, un camino que todos los sectores productivos están emprendiendo.

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La adaptación es una característica que ha permitido que el ser humano sobreviva a lo largo de los años, con distintas condiciones climáticas, sociales, productivas, jerárquicas, por mencionar algunas. Si no nos adaptamos, nos ponemos en riesgo, lo que aplica a todo orden de cosas.

Si lo llevamos al plano de la producción agrícola, desde sus inicios los productores han debido adaptarse a cambios en las características del suelo, disponibilidad de agua para el riego, variedades y cultivos, plagas y enfermedades, y la lista sigue.

Actualmente, sus principales adaptaciones pasan por condiciones climáticas adversas, que se intensifican cada año, y los requerimientos específicos de los mercados de destino de sus productos. Hoy los consumidores buscan y exigen productos de la más alta calidad e inocuos, sin trazas químicas, por lo que los agricultores se las deben ingeniar para producir alimentos con esas características. Esta exigencia encabeza el impulso en la adopción de bioinsumos en las producciones agrícolas a nivel mundial, donde Colombia no es la excepción.

Según información de la FAO, Colombia es uno de los siete países en el mundo que concentra más del 50% de la tierra con potencial agrícola que aún no es usada para la agricultura. Además, su rica biodiversidad permite una amplia oferta de productos hortofrutícolas de alta calidad para los mercados internacionales, cada vez más exigentes con los requerimientos sobre los alimentos importados.

Si bien no se trata -aún- de un sector desarrollado y establecido como tal en el país, los bioinsumos registran un crecimiento anual de entre un 15% y 20% en Colombia, lo que ofrece diversas oportunidades para nuevos desarrollos. De acuerdo a información del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), desde 2019 se ha registrado un incremento aproximado del 60% respecto a las solicitudes de registros de empresas y productos nuevos, y de solicitudes de modificaciones de estos registros.

Actualmente existen 140 empresas que cuentan con registro de productos biológicos en el ICA, según información de la Asociación Colombiana de Bioinsumos, Asobiocol. En cuanto a productos, hay 392 bioinsumos registrados, “un portafolio competitivo que permite generar un manejo integral de los cultivos”, señala Luisa Melo, directora ejecutiva de la asociación, quien destaca la importancia de que “el país actualmente requiere del manejo de la síntesis química y la síntesis biológica, porque no hay un 100% de soluciones para los distintos blancos biológicos que existen”.

Luisa Melo, directora ejecutiva de Asobiocol.

Los 392 bioinsumos registrados, de acuerdo a información del ICA, se dividen en biofertilizantes y biocontroladores. Dentro de la primera categoría, existen 132 inoculantes biológicos registrados, mientras que para bioprotección existen 129 productos a base de agentes microbiales, 17 corresponden a macroorganismos, 78 a extractos vegetales, y 35 a productos bioquímicos. Existe además un producto registrado como solución de doble uso.

ADOPCIÓN IMPULSADA POR EL MERCADO EXPORTADOR

Entre los cultivos que más aplican soluciones biológicas en su producción destacan los que van directamente a la exportación, como banano, pasifloras y otros exóticos, café, aguacate, además de flores aromáticas y ornamentales. “Estos cultivos priorizan el uso de bioinsumos porque garantizan productos más limpios para sus mercados”, apunta Luisa Melo.

Los límites máximos de residuos (LMR) abren el camino para las soluciones biológicas, que permiten hacer frente a distintos tipos de estrés cuando los productos tradicionales presentan restricciones. Guillermo Ruíz, asesor en cultivos de aguacate Hass, explica que esta es la principal razón por la que los asesores están recomendando cada vez más este tipo de soluciones. “Como asesores estamos recomendando el uso de productos biológicos, sobre todo teniendo en cuenta las nuevas exigencias del mercado respecto al LMR. Recomendamos sobre todo el uso de precursores hormonales, extractos vegetales, hongos entomopatógenos, y micorrizas. El uso de estos productos va a seguir en ascenso por los límites de residuos, a pesar de que en muchos casos son estrategias de mayor costo”, sostiene.

Guillermo Ruiz, asesor en cultivos de aguacate Hass.

En Cartama, productora y exportadora de aguacate Hass, aplican bioinsumos no solo para temas fitosanitarios con microorganismos, sino también para nutrición, como bacterias solubilizadoras de fósforo, o nitrógeno. Juan Rafael Giraldo, director de operaciones de Cartama, destaca como principales herramientas biológicas, la aplicación de Trichoderma harzianum, T. asperellum, T. koningii, T. viride, and T. atroviride para patógenos de suelo; Beauveria bassiana and Metarhizium anisopliae para el control de larvas de coleópteros, y Bacillus subtilis para el control de Colletotrichum and Pseudocercospora a nivel foliar cerca de cosecha. Los hongos formadores de micorrizas los aplican dos veces al año para lograr una mejor masa radical al tener una buena simbiosis a nivel de raíz, mientras que usan Pseudomonas fluorescens para la síntesis de fitohormonas, producción de sideróforos, solubilizadoras de minerales y síntesis de una gran cantidad de compuestos volátiles.

Juan Rafael Giraldo, director de operaciones de Cartama.

Según señala Fabián Felipe Fonseca, director de productividad de Uniban, exportador de banano, las resistencias a agroquímicos también ha fomentado la adopción e inclusión de prácticas más sustentables. “La respuesta a los agroquímicos empieza a ser menor, lo que nos pone frente a un escenario que debe estar orientado a la ecoeficiencia. En ese escenario hemos venido como industria moviéndonos en la dirección del trabajo biológico para producir en forma armónica con el medio ambiente”, apunta y subraya la importancia de realizar manejos integrados.

Fabián Felipe Fonseca, director de productividad de Uniban.

El limón Tahití experimentó un ‘boom’ productivo en Colombia hace seis años, que llevó a mejorar los paquetes agronómicos, donde los productores incorporan soluciones biológicas “porque saben que son necesarias para poder sacar fruta de exportación”, dice Jorge Iván Díaz, asesor en cultivos de cítricos. “Hemos visto que el aporte de materias orgánicas y microorganismos al suelo le da longevidad al cultivo, capacidad productiva, mayor estímulo, más vigor y para los suelos complicados que son arenosos, arcillosos, son la solución porque ayudan a estabilizar el proceso”.

Jorge Iván Díaz, asesor especialista en cítricos.

En el sector arrocero se están incorporando soluciones biológicas que ayuden a descomponer el tamo en vez de quemarlo. Rafael Hernández, gerente general de Fedearroz, señala que están aplicando bacterias que aceleran el proceso de descomposición, que permite utilizar la materia orgánica en el suelo. “También hay algunos productos para determinadas enfermedades y plagas que afectan el cultivo del arroz”.

Rafael Hernández, gerente general de Fedearroz.

El cultivo del arroz también echa mano al uso de bioinsumos para el control de enfermedades fúngicas y bacterianas, aunque en menor cantidad. El trabajo actual va por la investigación en torno a la aplicación de estas soluciones, ya que es a donde “tenemos que llegar, tarde o temprano”, apunta Hernández. “No se puede decir que el producto biológico reemplace 100% al producto químico, pero se vuelve un complemento importante que disminuye la utilización de los químicos”.

BACILLUS LIDERA EN EL CONTROL DE ENFERMEDADES

En cuanto a herramientas de bioprotección, Bacillus reina en los campos colombianos. Según Fabián Felipe Fonseca, de Uniban, este microorganismo ha sido “la punta de lanza en biología para el control de hongos”.

Actualmente familias de Bacillus, como B. subtilis o B. thuringiensis, son parte de la canasta de control de enfermedades como la Sigatoka negra, para la que cerca de un 20% de los productos utilizados son bioinsumos. En el modelo de aplicación permanente de Uniban, Bacillus se incluye dentro de sus prácticas tradicionales de control, donde tienen la ventaja de aplicarse en conjunto con agroquímicos. “Como los Bacillus funcionan a través de sus metabolitos secundarios, pueden actuar en medio de un programa integrado con programas químicos”, explica Fonseca.

Según cuenta Jorge Iván Díaz, asesor en cítricos, otros microorganismos que destacan dentro de los programas de manejo integrado de plagas son Beauveria bassiana and Metarhizium, ambos hongos entomopatógenos. En cuanto a insectos biocontroladores, se están criando y liberando ejemplares de Tamarixia radiata, que atacan al psílido asiático de los cítricos, Diaphorina citri Kuwayama.

EL CONTROL DE LAS ENFERMEDADES MÁS IMPORTANTES DEL BANANO INCLUYE BIOINSUMOS

La enfermedad más importante del banano, la Sigatoka negra, también ha encontrado aliados en los bioinsumos, donde la canasta básica de productos para su control incluye entre un 18% y 20% de soluciones biológicas, según explica Fabián Felipe Fonseca, de Uniban, una práctica que hace veinte años comprendía agroquímicos en su totalidad.

“Microorganismos como Bacillus subtilis y sus metabolitos secundarios son parte estructural de los programas de control”, señala y agrega que junto a Cenibanano y la industria bananera colombiana, trabajan hace una década con la Universidad EAFIT en el desarrollo de tecnologías para el control biológico de la enfermedad.

En el caso de Fusarium Raza 4 Tropical (Foc R4T), hongo que amenaza la sostenibilidad de la industria bananera colombiana, inhabilitando el suelo para su producción, “se ha avanzado en la bioprospección y caracterización de cepas nativas de Trichoderma spp., de la región de Urabá con actividad antagónica frente Fusarium oxysporum f.sp. cubense Raza 1”, dice Fonseca. “Además, hay avances en bioprospección de Micovirus Foc R4T como una línea alternativa dentro del control biológico”, agrega.

FOCO EN LA SALUD DEL SUELO

Si bien los biofertilizantes son considerablemente menores en representación que los biocontroladores, las soluciones biológicas también encuentran un espacio cada vez mayor dentro de los programas de nutrición. “Cada vez toma más fuerza la salud del suelo, donde fuera del programa nutricional con químicos en nitrógeno, fósforo, potasio, se ha venido incorporando la utilización de materias orgánicas bien compostadas, la aplicación de microorganismos eficientes que ayuden a desdoblar y al mismo tiempo a transformar esa materia orgánica”, señala Jorge Iván Díaz.

Los programas nutricionales también están incorporando enmiendas especializadas según el tipo de suelo. “En los últimos años el suelo ha ido cambiando sus propiedades y los cultivo no están dando estabilidad, especialmente por fenómenos climáticos como La Niña, donde por exceso de agua se lavaron las bases y se afectó el sistema radicular de las plantas”, apunta Díaz y explica que para dar estabilidad a esos cultivos se debe manejar la salud del suelo “desde la parte química, física y biológica”.

Producción de bioinsumos en laboratorio. Imagen gentileza de Biocultivos.

Fabián Felipe Fonseca, de Uniban, coincide y agrega que los organismos solubilizadores de fósforo han tomado gran relevancia en el sector bananero, ya que es uno de los elementos más abundantes en los suelos tropicales del país, pero es a la vez uno de los nutrientes más difíciles de absorber por las plantas debido a su fijación.

Fonseca además destaca el énfasis que practican en los suelos, donde trabajan el concepto de suelo supresivo, “que es enriquecer los suelos biológicamente con el objetivo de tener mayor antagonismo con los posibles patógenos que puedan llegar, y fomentar la simbiosis con las plantas”. Para esto trabajan con hongos formadores de micorrizas a nivel de viveros, con los que buscan tener un mayor desarrollo de raíces gracias al desarrollo simbiótico del micelio con las raíces.

Trichoderma es un aliado en los huertos de banano, utilizado para aumentar la carga biológica del suelo ante una eventual llegada de patógenos. “De esta forma los microorganismos benéficos controlan o minimizan el avance de los patógenos, como el caso de Fusarium”, señala Fonseca.

EL SECTOR FLORICULTOR TAMBIÉN SE SUMA AL TREN DE BIOLÓGICOS

Que las flores no se produzcan como alimento no quiere decir que su producción se reste de las prácticas más ‘verdes’, que buscan reducir las aplicaciones químicas. Según explica Anderson Páez, director ejecutivo del Centro de Innovación de la Floricultura Colombiana, Ceniflores, el uso de bioinsumos en la producción nacional de flores ha aumentado un 600% en los últimos diez años.

Lo anterior responde a que más del 90% de las flores producidas en Colombia se exportan, por lo que deben cumplir con los requerimientos de los mercados internacionales, cada vez más restrictivos con la presencia de químicos en los productos que reciben.

Actualmente los grandes grupos de plagas en el sector floricultor son artrópodos o insectos plaga, principalmente trips, y ácaros, para los que recurren a ácaros depredadores . En cuanto a enfermedades, destacan Botrytis, Fusarium y roya blanca del crisantemo. Para el control de Botrytis, están usando extracto del árbol de té y extractos de algas.

El uso de hongos formadores de micorrizas también se ha ganado un espacio en los programas de manejo de los floricultores colombianos, que además de mejorar la microbiota del suelo, son antagonistas de hongos como Fusarium.

En resumen, las soluciones biológicas ya son parte de los programas de manejo de los floricultores colombianos. “Lo que más se usa son los extractos vegetales, los ácaros depredadores, los nematodos entomopatógenos y bioestimulantes, más o menos en ese orden categórico”, asegura Páez.

En el caso de Elite Blu, productora y exportadora de arándanos y filial de Elite Flowers, también han incorporado bioinsumos en sus operaciones, como parte de un programa de manejo equilibrado de cultivos, tanto en arándanos como en flores. Miller Preciado, gerente de operaciones y agronegocios de Elite Blu, explica que hace varios años la compañía tomó la decisión de crear su propio laboratorio de entomopatógenos, los que aplican en raíces para control de chizas y barrenadores de tierra.

Miller Preciado, gerente de operaciones y agronegocios de Elite Blu.

Además aplican biorracionales centrados en Beauveria bassiana and Metarhizium anisopliae, y están usando extractos vegetales para combatir la presencia de plagas o enfermedades, aumentando la cantidad de colonias para regular la dinámica poblacional de los microorganismos patógenos, proceso conocido como llenado biológico. Esto comienza con la aplicación de micorrizas al momento de la siembra y posteriormente se realiza una aplicación de “una especie de mezclas de bioinsumos, todos obtenidos a partir de nuestro propio laboratorio ubicado en el Rosal Cundinamarca que le presta servicios a todas las compañías de flores”, señala Preciado.

Según explica el gerente de operaciones, el uso de biológicos en la producción de Elite Blu es “una práctica común”, con la que apuestan por reducir al máximo el uso de moléculas químicas para el control de plagas y enfermedades. Respecto a este último punto, Botrytis y enfermedades fúngicas que afectan la calidad de la flor o del arándano, son los problemas para los que más se aplican biológicos.

SOLUCIONES BIOLÓGICAS, MÁS QUE UNA TENDENCIA

Respecto a las proyecciones del sector de los bioinsumos en Colombia, los entrevistados coinciden en que está creciendo y lo seguirá haciendo. Fabián Felipe Fonseca, de Uniban, apunta a que “más que una tendencia, es totalmente necesario hacerlo. Primero, porque estamos viviendo una tercera revolución agrícola, que es la ecoeficiencia, cómo hacerlo mejor. Y segundo, porque las restricciones en el uso de agroquímicos cada vez son mayores”.

En esto coincide Luz Stella Fuentes, experta en nematodos entomopatógenos y directora técnica de Scientia Colombia SAS. “Los nematodos se están posicionando como eje de programas de manejo, bien sea en prácticas convencionales, manejo integrado, producción limpia, e incluso, orgánica”. La ingeniera agrónoma explica que el incremento en la adopción de estas soluciones responde a aspectos como su eficacia y alta compatibilidad con programas de manejo de plagas existentes, fácil aplicación y buenos resultados.

Luz Stella Fuentes, experta en nematodos entomopatógenos y directora técnica en Scientia Colombia SAS.

Miller Preciado, de Elite Blu, señala que el uso de biológicos en las producciones agrícolas ya no es una decisión que el productor pueda tomar, sino que está integrada dentro de un paquete de tecnologías de manejo de cultivos. “Tienes que tener un plan integral de plagas en donde realmente concentres un manejo óptimo y la gran mayoría está centrado en eso, en lo que se está viendo de agricultura regenerativa, sostenible y sustentable”. Para Preciado, la inclusión de biológicos es una premisa que pasó de ser un factor diferenciador a un requisito de comercialización.

En palabras de Fabián Felipe Fonseca, los bioinsumos son una manera de asegurar el futuro de la producción y exportación de productos nacionales. “La única forma de garantizar la sostenibilidad de nuestra industria, de garantizar la sostenibilidad de nuestro negocio, es poder tener un modelo de producción que se articule con los temas biológicos, con la bioestimulación, y con productos que sean amigables con el medio ambiente y nos permitan tener producciones sostenidas en el tiempo”.

Para Luisa Melo, directora ejecutiva de la Asociación Colombiana de Bioinsumos, Asobiocol, el futuro del sector es “muy promisorio, con muchas oportunidades porque el mercado agrícola actual está tomando una representatividad en la agenda productiva nacional”, donde la venta de productos agrícolas en 2024 registran un aumento de 9,1% respecto a 2023, dando cuenta del crecimiento continuo del sector agropecuario nacional.

Para mantener el crecimiento del sector, Melo subraya la importancia de los procesos de asesorías y acompañamiento a los productores, al igual que encuentros entre los actores de la industria, para que “se genere el cambio cultural necesario y una mayor cobertura de las prácticas agrícolas sostenibles con productos de origen biológico”, apunta sobre un cambio que la industria comenzó a hacer con el foco en cumplir las certificaciones internacionales.

Sobre el cambio cultural para promover aún más la adopción de bioinsumos, Gonzalo Sarmiento, presidente de la junta directiva de la empresa Biocultivos, resalta la importancia de que se trata de soluciones con un carácter más preventivo que reactivo, lo que requiere distintos modos de aplicación que los agroquímicos.

Gonzalo Sarmiento, presidente junta directiva de la empresa Biocultivos.

La entrada a los mercados internacionales cumpliendo prácticas certificadas y sostenibles permite a la vez que los productores tengan un mejor nivel de ingresos por los productos que comercializan, beneficiando al mismo tiempo la cadena productiva y logística. “Esperamos que siga incrementando el número de empresas productoras y comercializadoras de estos productos, y que se sigan consolidando las que ya desarrollan la actividad, para tener una agricultura sana y viable desde el punto de vista financiero”, sostiene Luisa Melo.

ENFOQUE LOCAL PARA LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA COLOMBIANA

El crecimiento de los desarrollos de origen biológico en Colombia también se debe a un impulso estatal, donde actualmente destaca el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, que busca fomentar las tecnologías y prácticas que permitan reducir la contaminación asociada a procesos productivos agropecuarios. “Es un campo de acción muy importante, que además abre la posibilidad de incentivos y apoyos desde el Estado”, señala Luisa Melo de Asobiocol.

Entre las metas concretas del plan, se encuentra la generación de 500 nuevos bioproductos, que exista un aporte del 10% al PIB de actividades provenientes del sector, y que se generen, al menos, 2,5 millones de empleos nuevos, este último punto como meta para 2030. Además, buscan potenciar la generación y sofisticación de los productos y procesos con un alto valor agregado, como los bioinsumos de uso agrícola, mediante el fortalecimiento de marcos regulatorios y políticas que faciliten el desarrollo de dichos productos y procesos.

Como se evidenció, es un hecho que los mercados de destino exigen productos sin trazas químicas, promoviendo las producciones más sostenibles, pero, ¿qué pasa con los alimentos producidos para el mercado interno? Desde Asobiocol explican que las grandes cadenas de distribución de alimentos están aumentando los requerimientos para recibir productos, lo que “va a hacer que empiece a cambiar la dinámica interna, que no sea solo para los productos de exportación, sino que también se empiece a dar en el mercado interno”, apunta Luisa Melo sobre una tendencia favorecida por los propios consumidores nacionales, que también comienzan a demandar productos más inocuos.

Las biofábricas artesanales también se están empezando a implementar, como parte de promover nuevas formas de producción y emprendimiento, que van en directo beneficio de los agricultores. Eso sí, se pueden llegar a convertir en un riesgo “si no cuentan con la estructura que se requiere a nivel de organización, a nivel de técnica y a nivel de operación”, advierte la representante de Asobiocol.

En este momento la agricultura colombiana aporta un 8,7% al PIB nacional, con análisis especializados que proyectan un crecimiento anual sostenido de esta cifra. “Esto representaría que el sector podría llegar a tener un valor del 15% en el PIB en la próxima década”, señala Luisa Melo, lo que abriría más puertas a la investigación, desarrollo y adopción de soluciones biológicas para el agro colombiano.

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