Para crecer en mercados globales, el dinámico sector del aguacate colombiano ha tenido que hacer un cambio relevante: reducir la traza química en la producción del fruto. Ello significa que muchos han tenido que dejar los tradicionales fertilizantes y pesticidas de base química que por décadas ha acompañado la producción de frutas y reemplazarlos por otros de origen biológico. Este es uno de los factores que describe Juliana Sarmiento como uno de los principales impulsores en el uso de bioinsumos en Colombia. Algo que conoce bien desde su rol como gerente general de la firma Biocultivos y, desde hace un año, como co-diretora ejecutiva de la Agremiación Colombiana de Bioinsumos para la Transformación del Agro, mejor conocida como Asobiocol .
La ejecutiva reconoce que el traspaso desde insumos tradicionales a los biológicos es una tarea difícil para llevar a cabo en el campo colombiano. “Generalmente en el agro se ha estado acostumbrado al uso de insumos químicos y esto es una transición que a veces cuesta trabajo”, dice. No obstante, señala que hay dos factores relevantes que le han dado impulso a su utilización en el último tiempo. Uno de ellos es justamente el crecimiento del sector exportador en productos relacionados con la alimentación sana, como la fruta. Estos sectores, dice, “se han visto obligados a tener procesos productivos mucho más limpios y, por ende, se han volcado al uso de biológicos”. A eso se suma la eficiencia alta en el control de enfermedades y la nutrición de cultivos de una manera más sostenible.
No obstante, no es el único impulso. Según la codirectora de Asobiocol, a raíz de la pandemia ha habido dificultades con los insumos químicos por escasez y altos costos y esto hace que el agricultor busque otras alternativas para poder manejar su cultivo y aquí lo biológico entra a jugar un papel fundamental. “Desafortunadamente el cambio no se dio porque la gente vio el beneficio que estas tecnologías traen para el agro sino porque se dio una necesidad de utilizar otro tipo de insumos a raíz de la escasez, pero de igual manera el sector ha venido creciendo”, dice.
Una tendencia que ilustra con algunas cifras. Mientras hace cinco años había en Colombia unas 200 empresas registradas como productoras y/o comercializadoras de bioinsumos, en el año 2019, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) reportaba 319 firmas. La entidad no tiene cifras más recientes pues se está en un proceso de actualización de la norma en materia de bioinsumos y que afecta a las empresas que se pueden definir dentro de este segmento.
“Colombia cuenta con empresas de biológicos muy sólidas, muy serias en el mercado y por eso tomamos la decisión de asociarnos en Asobiocol. Actualmente somos 11 compañías que producen y comercializan insumos biológicos en el país y también hacen exportaciones a otras partes del mundo, lo que estamos buscando es tener muchos más asociados para seguir trabajando en pro de la sostenibilidad del sector agrícola colombiano”, dice.
De acuerdo con Sarmiento, la categoría de bionsumo que más se vende es el de biocontroladores, también conocidos como bioprotección. “Son productos a base de microorganismos, macroorganismos y extractos de plantas que ayudan a controlar las enfermedades o los ataques de plagas”, dice. “Es la parte más grande y representa cerca del 40% del mercado”. Luego vienen los inoculantes biológicos que son los que se utilizan para nutrir las plantas, para suplir necesidades de nitrógeno, fosforo, potasio y, posteriormente vienen los semibiológicos, es decir los productos que tienen una parte química y otra biológica”.
Los bioinsumos son productos formulados a base de hongos, bacterias, extractos de plantas, insectos benéficos donde el ingrediente activo es 100% natural, por ello, no generan contaminación al ambiente ni a la salud.
“Estas tecnologías tienen beneficios significativos para el cultivo porque después de haber hecho una agricultura intensiva con insumos químicos, hemos deteriorado los suelos y los bioinsumos buscan revertir esa situación, buscan devolverles la vida a los suelos y regenerar la agricultura de una manera más sostenible”, dice.
“Después de haber hecho una agricultura intensiva con insumos químicos, hemos deteriorado los suelos y los bioinsumos buscan revertir esa situación, buscan devolverles la vida a los suelos y regenerar la agricultura de una manera más sostenible”
Se trata, no obstante, de un área nueva que está siendo objetivo de nuevas regulaciones y normativas. Es en este contexto que se creó en 2016 Asobiocol, por la necesidad de tener un gremio que representara a los productores y comercializadores de insumos biológicos en el país.
“Nos reunimos las principales empresas con el fin de asociarnos y buscar tener una masa crítica que nos representara y pudiera representar ante los entes regulatorios toda la política de regulación de este tipo de tecnologías para trabajar en la promoción y en la transferencia del conocimiento de las tecnologías biológicas hacia el agro”, dice Sarmiento.