Un estudio difundido recientemente en Scientific Reports sobre el impacto del calor extremo en la polinización de las abejas en arándanos descubrió que las condiciones de alto estrés térmico afectan la producción de polen en la planta y, en consecuencia, la nutrición de las abejas, al punto de que aumentan sus probabilidades de morir.
Los investigadores de la Universidad Estatal de Michigan expusieron plantas de arándanos a calor extremo (37,5 °C) y a condiciones normales (25 °C) durante cuatro horas, en varias etapas de la brotación floral. Asimismo, analizaron el polen que las plantas producieron para conocer su contenido de proteínas, carbohidratos y aminoácidos.
Entonces, descubrieron que cuando las larvas de Osmia lignaria (conocida comúnmente como abeja albañil o abeja azul de huerto) se alimentaron del polen de arándano, los individuos alimentados con polen estresado por el calor extremo tenían siete veces más probabilidades de morir en comparación con los alimentados con polen no estresado.
OBSTÁCULO AL DESARROLLO Y FECUNDIDAD
Los científicos también hallaron que los brotes florales del arándano varían en su sensibilidad al calor, siendo el crecimiento del brote la etapa de desarrollo más sensible al calor, con reducciones significativas en la proteína del polen, aminoácidos totales y varios aminoácidos individuales.
“La composición desequilibrada de nutrientes del polen puede obstaculizar el desarrollo de las abejas, la fecundidad, la resiliencia al estrés y la supervivencia”, se lee en el estudio. “Las abejas son particularmente sensibles a la nutrición alterada del polen, ya sea en exceso o en deficiencia, dada su alta actividad metabólica y bajas reservas de energía”.
Además del aumento en la mortalidad de las abejas, el estudio documentó una reducción del 39% en el cuajado de frutos en las plantas sometidas a estrés térmico, lo que sugiere que la alteración nutricional no solo debilita a los polinizadores, sino que también reduce la eficacia de la polinización.